Quiero salir

Estaba sentada, contra el gran muro, intentando escuchar algo del "exterior". Nuevamente me había escapado de mi trabajo, y los agentes de la paz nunca buscaban en los muros, no al menos en la zona este, en la que no había nada. Miré mi reloj: había terminado de trabajar hacía 20 minutos, bue, si hubiera ido al trabajo. Había "zafado", por suerte. Me relajé de verdad, estirando las piernas, sonriendo para mi misma al saber que nuevamente había sido más "inteligente" que el sistema. Me burlé mentalmente de todos; en esa semana había faltado al trabajo cuatro veces, todas con éxito. Solté un gran suspiro, alegre, eufórica. Y solté una carcajada; nada impedía que nos sentáramos en los muros que rodeaban los distritos. Si me encontraban, simplemente diría "estoy acá, descansando, después de una laaarga jornada de trabajo". Tenía en la mochila ropa sucia, así decía que me cambié la ropa para no estar sucia. Y también dos botellas con agua, una llena por la mitad. Diría que me había lavado las manos y la cara. Sonreí para mi misma, creyéndome superior.

·Jornada de trabajo, apestosa!. No sólo no había producido mucho, sino que lo peor de todo, ésta era la 4º vez que esa chica, la cual no podía recordar su nombre, faltaba en la semana, y yo no podía encargarme de todo, si bien eramos bastantes personas, ella estaba ubicada en el mismo sector que yo.
Impaciente me metí en uno de los baños y me cambié la ropa sucia y llena de brillos por los mínimos pedacitos que saltaban de los diamantes, cuando con los láser recortaba los diamantes. Me puse unos jeans oscuros y una chomba blanca. Tomé mi mochila y mis pertenencias y salí al infernal calor de verano.
El distrito 1 no era el mejor lugar para vivir en verano. No había costas cerca y no eramos los que teníamos las mayores lagunas, entonces se nos complicaba estar frescos en verano, teniendo en cuenta que nos regulaban la cantidad de agua con la que nos bañábamos. Suspiré, por la precariedad en la que nos hacían vivir estos tipos del Capitolio.
Caminé por algunas calles alternativas, no tenía precisamente ganas de volver a casa, así que me metí por una de las pocas calles que tenían pasto en ellas, y encontré un pequeño arrollo. Lo seguí durante un rato, hasta que vi que su cause moría en el cerco eléctrico. De este lado, la represión y la vida precaria, del otro lado... toda una vida de libertades infinitas. Suspiré y comencé a caminar al lado de la cerca, pensando en que sería de mi si yo no fuera de este distrito, si tal vez fuera del Capitolio, o alguien que viviera en la naturaleza, un salvaje...·

Vi a un hombre caminando hacia mi, a lo lejos, y me puse rígida. Si bien "decía" que los agentes de la paz eran idiotas, muy en lo profundo les tenía un miedo terrible. Dejé mi mochila tirada y paré detras de un árbol, evitando que me vieran. Cuando no escuché nada, supuse que ya se había ido. Los agentes eran muy ruidosos, con sus dispositivos y todo eso. Suspiré relajada, y salí como si nada, fresca y orgullosa, de detrás del árbol. Entonces vi, exactamente cuatro metros frente a mi, a un hombre cuyo nombre no recordaba, más trabajaba conmigo.

"Ops..."

Pensé, mientras otra parte de mi cerebro buscaba una rápida solución. No había forma de escaparse. No podía mentir. No podía ignorarlo. Pero podía actuar con naturalidad, estilo "aquí no pasó nada". Entonces sonreí, y caminé lentamente hacia él, mientras miraba el suelo.

-Hola...-

Le saludé haciéndome la inocente.

·Continuaba caminando al lado del cerco, muy ensimismado en mis pensamientos, realmente sin saber a donde estaba yendo, pero el distrito no era lo que se decía "Enorme" y la mayoría de él estaba poblado o ocupado por alguna fábrica, talleres, minas o esa clase de cosas. De pronto mi ojo captó que alguien se escondía y vislumbré una mochila. Decidido definitivamente a ignorarlo o ignorarla, porque no sabía quien era. Lo/a ignoraba porque cualquiera que agrediera a otra persona dentro del distrito sería castigado por los agentes de la paz, y luego mandados al Capitolio para que les corten la lengua y los conviertan en sus sirvientes, Avox.
Al decir su nombre me estremecí, no sabía por qué, pero los Avox la verdad que me ponían los pelos de punta, no ellos, sino el hecho de lo que eran, pobres personas capturadas, algunos hasta tal vez inocentes, y llevados a ser siervos de estúpidos y engreídos como los que habitaban en el Capitolio... Suspiré y continué mi camino...
De pronto vi que la persona que se escondía de mi salía tras de un árbol y sorprendida al parecer, al verme, venía hacia mi. Inevitablemente descubrí quien era la chica... era aquella que venía faltando seguido. Puse mi mejor cara de perro cuando se me acercó y cuando me saludó arqueé una ceja todo lo que podía·
-Hola.. nos conocemos?- ·Dije mientras largaba una risa sarcástica y me cruzaba de brazos. Ella sabría a que me estaba refiriendo·

Definitivamente era el chico con el que trabajaba. Y definitivamente me recordaba, y bastante bien. O al menos recordaba mi no-asistencia al trabajo. (xD) Sonreí, siguiendo con mi papel de "la chica super inocente".

-Supongo, el distrito es muy chico... como un pañuelo.-

Acto seguido solté una de mis estúpidas risitas de "yo soy muy linda y medio tontita". Yo sabía que la mejor manera de sobrevivir era mostrarme tarada, inocente, e indefensa. Nadie sabía que yo era buena con la espada, ni con la lanza. Nadie sabía que era muy inteligente, y rápida en tomar desiciones. Nadie. Eso sería una fuerte ventaja si estaba en los juegos del hambre, ya que nadie se preocuparía por la "tontita", y me dejarían para el final. Mientras, yo podía matarlos uno por uno mientras dormían, o mataban a otro. Claro, sin que el resto me viera. Al final se pondría rudo, pero mantendría mi personaje ante todo. Simplemente mostraría mi verdadero yo cuando fuera necesario. Y aún no llegaba ese momento. Me abaniqué con la mano, y sonrei; mas por dentro estaba muerta de miedo. Él me conocía. Si él llegaba a hablar, en unas horas los agentes de la paz llegarían a mi casa, me cortarían la lengua, y me llevarían al Capitolio. Respiré profundamente al pensar en esto, y tragué una buena cantidad de saliva, asustada. En mi rostro, solo por una fracción de segundo, se notó el miedo que tenía en ese momento. Pero recordé; tenía una espada en mi mochila, y un bastón escondido cerca. Podía matarlo y escaparme al bosque, si el demostraba que quería delatarme. Lo mataría con la espada, y con el bastón de madera rompería la cerca, ya que esta no conducía la electricidad. Y pasaría cuidadosamente, y si era necesario me escaparía al capitolio, ahí nadie me buscaría. Volví a la realidad, y a mi personaje de idota inocente. Pestañé como si no entendiera porqué me miraba así.

·Su papel de estúpida (El cual yo supe que no era su papel habitual... me hacía acordar a una chica que estuvo en "Los Juegos del Hambre", una pelirroja del Distrito 3. Se hacía pasar por la típica chica amable y que no mataría ni a una mosca, inocente... pero cuando empezaron los juegos, se mostró como en realidad era, una bicha, una máquina de matar y lo peor de todo, sin ningún sentimiento. La tregua que había hecho la rompió matando a 5 de los 6 que la integraban), me estaba colmando la paciencia enormemente. Inhalé y exhalé aire para relajarme, ingresando Oxígeno y largando Dióxido de Carbono. Le hice una sonrisa falsa, igual que ella·
-Oh, pues a mi no me parece conocerte... Espera, tú trabajas en la procesadora de diamantes, cierto? En el mismo bloque que yo?- ·Volví a decirle sarcástico y con asco.
Observé su cara de miedo, y no sólo pude verlo el miedo, sino que lo sentía, y sabía que me atacaría en cualquier momento·
-No te atrevas a atacarme, niña. No sabes de lo que soy capaz. Y si tal vez yo tuviera tanta mala suerte que me tocara ir contigo a Los Juegos del Hambre, te sería más de ayuda que cualquier otro en este Distrito- ·Le dije amenazante y susurrando, por si había algún agente de la Paz cerca, mientras me levantaba un poco la remera y dejaba ver el mango de un cuchillo·

Intenté hacerme la estúpida, nuevamente. No pensaba salir de mi papel, nunca. Con una sonrisita en la cara le toqué con el dedo índice el pecho, y le saqué la lengua.

-Ya te toqué, y ahora?-

Le dije intentando mostrarme estúpida. Entonces me mordí el labio y miré al cielo.

-No se... yo trabajo en el bloque, pero esta semana me dieron unas "alerdias" terribles, y mi padre siempre me dijo que debía alejarme de la procesadora cuando me dan esas alerdias...-

Nuevamente pestañe, finjiendo pensar si se decía alergia o alerdia. Me rendí, e incliné un poco mi cabeza. Sabía que había visto mi miedo, pero lo negaría. Si era suficiente diría que había intentado hacerme algo. Los agentes de la paz me aterraban, pero algunos eran "amigos" (o la mejor relación que puede tener un ciudadano con un agente), de mi papá, y les caía bien.. pero sobre todo se comían todas mis mentiras y mis actuaciones. En eso no tenía problemas.

-No... no hables de esos juegos horribles, espero nunca, nunca, nunca ir...-

Dije tomando mis manos y llevándolas a mi pecho, mientras negaba con mi cabeza, fingiendo horror. De repente, vi como levantaba su remera, dejando ver un cuchillo. Abrí la boca, me mostré sorprendida, y aún más horrorizada.

-Dios, guarda eso!!-

Retrocedí unos pasos, me encorvé, e intenté mostrarme frágil. Pero, maldición, el no creía mi papel. Solté una minúscula lágrima, mientras me "tropezaba" y me caía, totalmente "asustada".

-No me hagas nada o gritaré y te cortarán la lengüa....-

Le dije en voz alta. Pero cuando mencioné la palabra lengua mis ojos mostraron placer, al imaginarme como se la cortarían. Entonces, antes de que me delataran, los cerré con fuerza.

·Cuando me tocó, fue la gota que rebalsó el baso. Enfadado suspiré una vez más para relajarme, pero su papel de inútil me estaba colmando la paciencia· -Me importan un bledo tú y tus "alerdías" sabes? No me vas a dejar trabajando sólo, yo también tengo 17 años y una vida aparte del trabajo. Y también me importa un bledo lo que te diga tu padre, él no es quien para decirte que faltes a trabajar cuando se te cante-
·Estaba rojo de furia y no podía evitarlo, pero no quería hacerle daño o los agentes de la paz me encontrarían, no tenía posibilidades de escapar, y lo sabía, pero esta chica... tenía que matarla... había descubierto su papel y sin embargo se seguía haciendo pasar por una chica inocente·
-Espero yo tampoco ir nunca, pero si me toca ir y estás dentro, ten por seguro que serás la primera a que asesine y la deje sin cabeza- ·Le dije todavía más molesto que antes·
·La observé "llorar" falsamente y mi furia creció hasta el punto máximo. Calló en el suelo y yo saqué mi cuchillo, que estaba afilado al máximo. A una velocidad increíble, yo ya estaba sobre ella, mirando a los lados, observando que su mochila estaba lejos de nosotros y que no había nadie al rededor. Puse mi cuchillo en su cuello, a punto de cortarle la yugular. Suspiré para calmarme, pero cuando escuché lo que dijo de mi lengua y ver el deseo de sangre en sus ojos, oprimí un poco el cuchillo y pude ver como una gota de reluciente sangre color escarlata caía por el costado de su cuello. Al que le brillaban los ojos ahora, eran a mi·
-Gritas, y tu vida termina aquí, pequeña falsa e histérica- ·Le dije con una sonrisa sádica en mi rostro·

No quería hacerlo en ese momento, pero ya no podía seguir siendo la niña tonta. Si lo seguía siendo me mataría. Rápidamente, evalué mi situación. El estaba sobre mi. Exactamente sobre mi. Podía ver que quería matarme. Pero yo también era capáz de eso.

"El peligro de la navaja radica en la mentalidad del que la maneja"

Pensé. El no había tomado mis brazos, y su cara estaba cerca mio. Estaba muy concentrado en mi boca, y estaba segura que mi brazo no llegaba bien a su campo visual, ya que el sol era brillante y sus ojos rechazaban tanta luz. La gota de sangre no era muy espesa, lo que significaba que era un corte superficial. Si lo corría, yo sufriría un corte, pero nada profundo. Aún así tendría que tener cuidado por una futura enfermedad. Seguí con mi papel un poco más, intentando mostrarme desesperada, y sin abrir la boca. Entonces, con mi mano, tomé su cuello y apreté su tráquea, mientras que con mi otro brazo, al mismo tiempo, le pegaba un fuerte puñetazo a su nariz, apartando el cuchillo de mi cuello. Pero, acorde con mis predicciones, el cuchillo lo rozó y me cortó, mas no profundamente, ya que no había llegado a la yugular. Con mi mano en su cuello, lo tiré al costado, apartándolo de mi. Todo en cuestión de un segundo. Tenía mucha fuerza, y un plan. Tantos años de práctica me mostraban su utilidad. Solté su cuello, me paré rápidamente y le pegué una patada a su zona. Gracias a dios le había pegado a su nariz, o habría estado muerta. Utilicé los pocos segundos que tenía, y alcancé mi bolso, donde tenía guardada una pequeña katana (aclaro que mi bolso-mochila es un bolso de esos de viaje xD). Abrí rápidamente el cierre, y saqué mi arma. La tomé con ambas manos y me puse en posicion, mientras con una sonrisa sádica en el rostro, tocaba el corte con mis dedos índice y pulgar.

-A ver quien muere ahora, pedazo de basura.-

Le dije lentamente, con mi verdadera voz, y sin dejar de mostrar mi sonrisa sádica.

·Estaba tan concentrado en la presión que hacía sobre el cuchillo (no quería herirla más de la cuenta) que no me había fijado en sus manos. Una de las suyas se cerró en torno a mi cuello, apretando mi traquea fuertemente y metiendo mi nuez de Adán más adentro de lo debido y tapándome el ingreso de oxígeno. Con mi mano libre intenté zafarme de la suya, pero por el rabillo de mi ojo vi como su otra mano volaba hacia mi y se estrellaba con mi nariz, la cual hizo un ruido, como un crack algo preocupante. Me tiró a un costado y luego hizo lo peor que pueden hacerle a un hombre. Me pegó una patada en mis partes...
El dolor que sentí fue insoportable, no era en mis partes, sino en la parte de la vejiga, cerca de mi próstata. Me retorcí del dolor, pero cuando vi que se paró y estaba preparada para luchar, a pesar del dolor de su patada y su golpe en mi nariz, me paré y con mi cuchillo aún en la mano la miré. Sonreí de lado y me toqué la nariz. Sangraba... con mis dedos tomé un poco de sangre y los limpié con mi lengua, aún sonriendo como loco a la chica.
Sabía que le ganaba por mucho en velocidad, así que aproveché ir corriendo hacia ella y cuando estaba a unos pocos centímetros, tomé su muñeca y se la moví a un costado, obligándola a soltar la Katana lejos de nosotros dos. Tomé su otro brazo y lo pasé por atrás, haciendo que se le doblara y no pudiera moverse por el dolor. Y con mi otra mano, la del cuchillo, rasgué sus remera todo a lo largo en la parte de la espalda, y de un tirón se la arranqué. Volví a sonreír y me acerqué a su cuello· -Sabes? sólo quería que muestres el verdadero tú, no pensaba hacerte daño- ·Le dije mientras la empujé hacia adelante dejándola libre y sonriendo con satisfacción·

-Lo encontraste.-

Dije, furiosa porque me había sacado la blusa. Una de mis pocas blusas. Mis ojos querían sangre, y una sonrisa, ahora macabra, se formó en mi rostro. No sentía dolor, no me importaba. Mi brazo no me dolía, pero unos moretones comenzaban a formarse. Me tiré al suelo y tomé nuevamente mi katana. Me había sorprendido, si, pero no lo volvería a hacer. La blandí un poco, para demostrarle lo que podía hacer yo, y una katana. ¡Zas! Corté una rama gruesa, de un solo movimiento. La rama era dura y más gruesa que su cuello. Y la katana, al ser curva, no se había detenido ni bloqueado ni por un instante. Fue un corte limpio y la rama cayó detrás mio.

-Lo encontraste.-

Dije mientras, rápidamente, me acerqué a él y le corté su camisa de arriba a abajo, sin tocar su piel. Mas cuando la hoja llegó al cuello, le hizo un corte similar al mio. Di unos rápidos pasos para alejarme de él; parte de mi pedía más sangre. Habría sido facil matarlo, pero no valía la pena.

-Mi hoja no merece matar un gusano como vos. Se contenta con vengarme.-

Le dije placenteramente, demostrando cuan poco asustada estaba, y el placer que sentía en ese momento.

·Sonreí de lado, me gustaba la actitud de la chica, Pero me sorprendí mucho cuando su Katana cortó una rama muy gruesa, sin detenerse en ningún momento. A decir verdad, un arma muy poderosa. Volví a sonreír, para demostrarle que no tenía miedo, sino que me había sorprendido, más de lo que esperaba de una chica como ella, pero tampoco esperaba muchísimo menos.
De pronto se movió muy rápido y rasgó mi camisa al igual que como yo había hecho con su blusa y luego me hizo un corte, similar al que yo le había hecho. Me toqué el cuello y tenía poca sangre brotando de él. A decir verdad tenía un buen control del arma. Ambos nos podríamos haber matado con facilidad esta tarde, pero ninguno lo hizo.
Guardé mi cuchillo, manchado de sangre, en el dorso de mi pantalón, donde tenía un lugar preparado para el cuchillo. La miré, con la respiración sólo algo agitada por correr y por los saltos y le sonreí como un loco, feliz de lo que había visto. Luego miré que ella estaba igual que yo, poco cansada y con ansias de sangre. Observé sus pechos, atrapados por el sujetador y volví a sonreír·
-Que lástima que no corté un poco más y no sólo tu blusa...- ·le dije riendo a carcajadas· -Sabía que eras una maldita y peligrosa zorra... me gustas, podríamos llevarnos muy bien ·Le dije esta vez fuera de cualquier broma·

Blandí un poco más la katana y la dejé en el suelo.

-Si no dejas de mirar mis pechos te voy a arrancar esos bonitos ojos.-

Murmuré, sin demostrar verguenza. Sorprendida escuché lo de "me caes bien", y mi sonrisa se agrandó, pero mi rostro no dejaba de mostrar lo "zorra" que era. Más no dije nada, y lentamente caminé, hasta llegar a su lado.

-Que raro... a mi me caes mal.-

Era lo único que mi orgullo podía decir. A mi tampoco me caía mal; era un digno adversario, tan loco como yo, y aunque nunca lo admitiría, era muy lindo. Yo sabía que intentaba jugar conmigo, y yo también sabía como jugar con el. Y sería más fácil ahora que solo tenía corpiño y pollera. Caminé detras suyo, di una vuelta y volví a estar frente a él, sonriente, ahora divertida.

-Son lindos, cierto? No tus pechos, por supuesto, mis ojos-

·Le dije riendo mientras observaba como dejaba su Katana a un lado. Observé su sorpresa al escuchar que decía que me caía bien. Tenía que admitirlo, ella era digna de ser una oponente y lucharía con ella con gusto, aunque, por qué no mejor, tenerla de aliada? Sonreí y observé lo que hacía.

Sonreí aún más cuando me dijo que yo no le caía bien. Era más que obvio que ella pensaba de mi lo mismo que yo pensaba de ella. Y ahora que la observaba mejor, sin blusa y sólo con esa pollera, era extremadamente sexy y linda. Sonreí de lado cuando se acercó hacia mi. Ella quería jugar, bueno, jugaríamos. Saqué mi cuchillo y me hice unos cortes en mis jeans, dejándolos cortos y en la parte de arriba estaba en cuero·

-Uff... que calor, la verdad es que no pensé que haría tanto calor hoy-

·Le dije arqueando una ceja al máximo y con una sonrisa sensual en mi rostro·

-Verdad que si hace calor?-

No podría jugar más papeles, y él tampoco. Sonreí, mientras pensaba que era un idiota. Unos shorts no me dejarían jugar. El hombre, como bien lo sabía, perdía la cabeza rápidamente, si la mujer sabía jugar bien sus cartas. Decidí seguir su juego, el cual, por el momento, casi no me afectaba en nada. Mi falda, que era larga hasta las rodillas, sería mi víctima. Tome un extremo y lo corté hacia arriba, pero dejando un pedazo de tela para que no se me escurriera por las piernas. Entonces, tomando nuevamente la katana, le hice un corte limpio, quedandome con una minifalda. Entonces lo miré, mientras caminaba nuevamente hacia el, de la forma mas sensual que podía.

-Nos haría bien meternos en el pequeño río, no crees?-

Le murmure suavemente en el oido, tocándolo con mis labios, para despues quedar cerca de su cara y morder mi labio inferior al mismo tiempo que apartaba mi mirada de sus ojos. No quería admitirlo, pero debía reconocerlo: el me atraía mucho, demaciado. Lo miré una vez más, mientras mi mano tocaba su pecho, recorría su hombro, y un poco de su espalda, y mis piernas daban unos pasos hacia el río. Alargué mi brazo, tocándo con mis dedos su espalda, para finalmente alejarme de él, lentamente, en dirección al río, unos metros más adelante (o atrás, para él).